En una entrevista exclusiva con SERCADE, Mohamed Amro, presidente de Casa del Sudán, relata su inspiradora historia de superación. Tras huir de la guerra en Sudán y llegar a Madrid como refugiado, Mohamed encontró en el voluntariado de SERCADE una nueva misión. Como voluntario del Programa Afrique, trabajó como intérprete árabe-español y profesor para otros jóvenes sudaneses, ayudándoles en su proceso de integración en España. Su tiempo en SERCADE no solo le permitió superar un momento difícil en su vida, sino que también le dio la oportunidad de devolver algo a su comunidad. Hoy, como presidente de Casa del Sudán, lidera iniciativas para apoyar a la diáspora sudanesa y promover la cultura de su país en España. Su compromiso y liderazgo son un ejemplo de resiliencia y esperanza en medio de la crisis humanitaria que enfrenta Sudán.
Mohamed, ¿podrías compartir con nosotros cómo fue tu infancia y juventud viviendo entre España y Sudán?
¿Qué diferencias culturales y sociales percibiste entre ambos países?
Primero de todo, muchas gracias por esta entrevista, espero que nos ayude a que más gente sepa sobre la situación en Sudán. Nací en Madrid en noviembre del 2002. Viví los primeros ocho años de mi vida en España con mi madre y hermana, antes de ir todos a Venezuela en el 2010 para vivir con mi padre dos años, y luego a Sudán. De niño, lo único que sabía sobre mi cultura era que no comíamos cerdo y que mi país quedaba más o menos al lado de Egipto. Cuando me preguntaban de dónde era, decía “soy español, pero mis padres son de Sudán”. Ir a Sudán lo cambió todo. Tuve el placer de conocer mi religión, el islam, conocer a mis primos, tíos, y vivir el sentido de comunidad que se vive en Sudán. Allí, los tíos son parte de tu día a día, tus primos son como tus hermanos y, en muchos casos, todos viven en una misma casa, o en un mismo barrio. La relación entre vecinos es mucho más cercana que, por ejemplo, en España. Mis amigos sudaneses más cercanos casi siempre fueron mis vecinos, y sigo en contacto con ellos hasta el día de hoy. Y ya no te cuento sobre los amigos que hice en la universidad en Sudán, qué pasada. También estuve unos años en Mozambique, pero no encontré esa cultura sudanesa en ningún sitio.
Tras el estallido de la guerra en Sudán en abril de 2023, tuviste que regresar a España con tu familia.
¿Cómo viviste ese proceso de desplazamiento y qué desafíos enfrentaste al adaptarte nuevamente a la vida en España?
Fue una mañana normal y corriente, era el mes de Ramadán y ese día no tenía universidad. Mi único plan para ese día era ir a comprar el pan a medio día. A las 9 me levantó mi madre con un “levántate, hijo, que ha empezado la guerra”. Salgo de mi cuarto y veo en la tele un avión militar sukhoi sobrevolando la ciudad, salgo al patio y veo a ese mismo avión dando vueltas por encima de mi barrio. Me llega un vídeo al WhatsApp de unos paramilitares entrando a mi universidad y todos los alumnos en el suelo. El aeropuerto en llamas, gente, soldados muertos en la calle, misiles sobrevolando la ciudad, columnas de humo, parecía una película. Al cabo de unas horas, viendo que esto no terminaría pronto, mi padre me dio una lista de todo lo que nos pertenecía, por si le pasaba algo al ir a comprar comida de la tienda de al lado… un apartamento en Jartum norte, una granja en no sé dónde y tal dinero en el banco. Afortunadamente no les pasó nada, pero me hace pensar de todas las personas que pasaron por lo mismo y no volvieron a ver a sus familias. Al cabo de unos días nos llamó la embajada de España y, tras pasar 4 días en la casa del embajador, nos evacuaron a Madrid. Entre mi madre, mi padre, mi hermana y yo, solo pudimos llevar una maleta. De repente nos encontramos de vuelta en España, pero esta vez no como familia del embajador de Sudán, sino como 4 refugiados más.
En ese momento nos acogió la Cruz Roja, a nosotros y a 3 familias hispanosudanesas más que también habían dejado sus vidas en España atrás. Las dos primeras semanas, estuvimos procesando todo y lo pasamos bastante mal, pensando que ya no teníamos país de origen. Nos llegaban vídeos horrorosos de Sudán y de nuestros barrios. Conocí un par de chicos sudaneses que vinieron a visitarnos en el hotel donde nos tenía la Cruz Roja, y ahí me contaron que había una manifestación para pedir un alto al fuego en Sudán. Ahí conocí al grupo de chavales que ahora son mis mejores amigos.
¿Qué te motivó a unirte al Programa Afrique de SERCADE como voluntario?
¿Cómo conociste este Programa? ¿Cómo influyó tu experiencia personal en Sudán en esta decisión?
Antes mencioné que mi paso por Sudán me hizo conocer el islam. En esos momentos de shock tras salir de Sudán, cada uno maneja sus emociones a su manera, yo busqué refugio en leer el Corán e ir a las mezquitas. Un viernes, en la mezquita de Antón Martín, reconocí a algunos de los chavales de la manifestación y después del rezo me dijeron que había una ONG donde se juntaban muchos chicos sudaneses para jugar a las cartas y tomar café. Los acompañé y al entrar y ver lo poco que se entendían los chicos con los trabajadores sociales, decidí apuntarme como voluntario. Tuve claro que lo mejor que pude hacer tras llegar a España era darme la vuelta y ayudar a los demás que vienen, era consciente de que era el primero de la fila en una cola de refugiados enorme. Realmente fue una de las experiencias más bonitas.
En tu rol como intérprete y profesor de español para jóvenes sudaneses,
¿qué desafíos encontraste al ayudarles en su proceso de integración en Madrid?
La gran mayoría de ocasiones fueron muy buenas. Cuando entraba a una sala de entrevista entre una trabajadora social y un chaval sudanés sin hogar, con el Google Translate abierto en la pantalla del ordenador, me daba cuenta de que era ahí mismo donde me necesitan. Saludaba al chaval en el idioma de su país, y veía cómo se le ilumina el rostro. Nos echábamos unas risas y me explicaba tranquilamente su caso. Probablemente ellos no lo notaban, pero esos momentos de risa y charlas me ayudaban a igual o más que a ellos. Mi tiempo en SERCADE, siendo breve, me sacó de un momento bastante depresivo de mi vida. No recuerdo ninguna instancia en la que me planteé dejar de ir, hasta que conseguí unas prácticas de trabajo y ahí sí que no me daba el tiempo para seguir dando clase.
¿Podrías compartir alguna experiencia o anécdota que te marcase de alguna forma durante tu voluntariado en SERCADE?
Las clases. En principio estaba para ayudar a los chicos sudaneses y ya. Luego un día, María Seco, coordinadora de ese Programa en SERCADE, me pidió que ayudara en una clase de primera acogida, o sea, enseñando a los chavales a decir “hola, soy tal, tengo tantos años y vivo en tal sitio”. Y me gustó bastante. En una ocasión, la profesora, Nati, y yo, notamos que había una moral baja en la clase y les enseñamos a cantar una canción “Hoja de té, de té, de té” y en dos minutos la clase se volvió un festival. Todo el mundo cantando y sonriendo, y yo también.
¿Cómo surgió tu trabajo con la Casa del Sudán en Madrid y qué te llevó a asumir el cargo de presidente?
Con la ayuda que ofrecía de vez en cuando por teléfono a algunos de los chavales, mi popularidad creció en la pequeña comunidad que tenemos aquí. Un día, estábamos mis amigos y yo en un parque de Vallecas desde donde se ve todo Madrid, y surgió el tema de que había elecciones en noviembre y que quizás era hora de que tomase las riendas alguien joven. Esos días yo tenía apagadas todas las redes sociales, no me gustaba estar viendo constantemente las masacres de Sudán y Palestina contra la población civil. Cuando surgió lo de Casa del Sudán, salí de la “cueva” y decidí afrontar ese sentimiento de impotencia. Gané la mayoría de los votos en la elección del comité ejecutivo por parte de la asamblea general, y según los estatutos de Casa del Sudán, asumí el cargo de presidente. Es hora de luchar y hacer todo lo que podemos para ayudar a los sudaneses tanto aquí, como en Sudán.
¿Cuáles son los objetivos de la Casa del Sudán?
Lo primero, ayudar a los sudaneses en España, en todos los aspectos culturales y sociales, creando una comunidad que junte a estos dos pueblos y que celebre las dos culturas. Eso es fácil dado que ambas culturas promueven la felicidad, la cultura y la hospitalidad. Organizaremos actividades sociales y fomentar los lazos entre los miembros de la asociación y el pueblo español. De momento no tenemos un local, pero en cuanto lo tengamos, va a ser un espacio donde los sudaneses puedan reunirse, compartir experiencias, y mantener vivas sus tradiciones y costumbres, compartiendo sus felicidades y sus tristezas de la misma manera que lo harían en Sudán. También queremos que sea un lugar abierto a los españoles interesados en aprender sobre Sudán, promoviendo el intercambio cultural y el entendimiento mutuo. Nuestro objetivo es organizar actividades como clases, eventos culturales, y charlas educativas que refuercen los lazos entre ambas comunidades y generen un impacto positivo tanto.

Colaboraremos con organismos especializados para la integración social de los miembros de la comunidad. También buscaremos ayudar a los sudaneses en lo que es ahora la peor situación humanitaria del mundo. Es nuestra labor conectar a aquellos que están dispuestos a donar con aquellos que lo necesitan. En nuestra anterior campaña, promovida por la junta anterior, se recaudaron fondos que se mandaron a iniciativas civiles. Y eso fue solo por mensajes de WhatsApp.
Nosotros lo queremos hacer igual, pero diferente. El día después de las elecciones, me puse en contacto con una amiga mía sudanesa y formamos una pequeña “milicia” encargada únicamente de la presencia de Casa del Sudán en redes sociales. Creamos cuentas de Instagram, TikTok y Facebook para difundir lo máximo posible las actividades y recaudaciones que organizará Casa del Sudan, y hasta ahora ha sido un éxito. Invito a todos los que estén leyendo esto a seguirnos buscando “Casa del Sudán” en cualquiera de las redes sociales y a ayudarnos a difundir las noticias que salen de Sudán y para estar al tanto de los eventos que organizaremos aquí en España.
También hemos empezado a preparar un equipo de fútbol que lleva la camiseta de la selección sudanesa de fútbol. Buscamos equipos para jugar amistosos y conocer a otras comunidades similares a través de lo que une más que todo, el deporte.
¿Cuáles son las metas a corto, medio y largo plazo para la Casa del Sudán bajo tu liderazgo?
La comunidad está formada por varias generaciones de sudaneses y sudanesas aquí, y es esencial juntarlas para remar todos en la misma dirección. Tuvimos un evento el 5 de enero de 2025 para celebrar el aniversario de la independencia de Sudán y la inauguración de la nueva junta directiva. Fue un éxito. Antes del evento no queríamos que hubiera música y baile y cosas así, dado que Sudán está pasando por un muy mal momento y es más responsable mantener un clima de luto más o menos. Sin embargo, a petición popular, la reunión se convirtió en una fiesta de manual. Tras vivir tanto estrés por la situación de Sudán en los últimos casi dos años, a muchos les sirvió como una válvula de escape el cantar y bailar música de su tierra.
Durante el evento me di cuenta de que, Casa del Sudán, se ha convertido en un campamento de refugiados, y yo el primero. Las normas cambian. A todos nos ha afectado la guerra, tenemos gente aquí con familia en zonas de conflicto abierto aún hoy en día, gente que tuvo que huir y venir a España, gente que perdió a sus familiares. Hace dos semanas cayó un misil en nuestro apartamento de Jartum Norte, el otro día murió el hermano de una de las mujeres más activas en Casa del Sudán. Esto ya no es una comunidad, es un grupo de gente que, en su gran mayoría, han perdido muchísimo estos últimos dos años.
Las normas entonces cambian. En los campamentos y albergues de refugiados, notas que a cada uno le hacen vestirse a su manera. Al sudanés como en Sudán. Al sirio como en Siria. Al venezolano como en Venezuela. Y eso es lo que debemos hacer nosotros. Promover el sentimiento de identidad, primero entre nosotros, y luego de cara a la comunidad sudanesa, y usar esta visibilidad para recaudar fondos y concienciar sobre lo que está pasando ahí.
Cuando pones una canción nacional sudanesa, o enseñas una obra de arte o te vistes de la manera que te vestías en Sudán, comes la misma comida, hablas el idioma, eso refuerza ese sentimiento que necesita todo ser humano, la pertinencia. En base a eso, formas una comunidad, propones una misión y así sí, todos a una, podremos hacer un cambio real y ayudar de manera real. Hacía años que no vi a mi padre sonreír de la manera que le vi sonreír mientras bailaba con nosotros en el evento.
¿Cómo evalúas la respuesta de la comunidad española hacia las actividades y eventos organizados por la Casa del Sudán?
Es muy pronto todavía, pero conociendo la comunidad española, sé que, si lo hacemos todo bien, esto será un éxito, y conseguiremos nuestros objetivos con holgura. Los españoles, como los sudaneses, son gente a la que le gusta vivir la vida y hacer amigos, ayudar, compartir historias y formar comunidades de solidaridad y apoyo. Como dije antes, animamos a que cualquiera se ponga en contacto con nosotros a través de las redes sociales, juguemos al fútbol, venid a nuestras celebraciones, nuestros eventos, nuestro local (cuando lo tengamos), ayúdennos a concienciar sobre Sudán y lo que está pasando, lo pasaremos fenomenal.
La situación en Sudán ha empeorado significativamente, con informes recientes de atrocidades y bombardeos indiscriminados que han causado la muerte de numerosos civiles. ¿Cómo afecta esta realidad a la diáspora sudanesa en España y, en particular, a la comunidad que representas?
Cierto, la situación en Sudán empeoró mucho durante el 2024. En zonas bajo el control de las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), la población civil sufre mucho, tanto por abusos de parte de estas fuerzas como por bombardeos del ejército intentando retomar la zona. Los desplazados en mayoría vienen de estas zonas. En nuestra comunidad se ha sentido el efecto de estos acontecimientos muy claramente. Muchos ven como sus familias viven en refugio en sitios como Chad o Egipto, y se ven forzados a mandarles dinero todos los meses. Y esos son los afortunados, sé de gente que perdió a sus hermanos, hermanas, padres, es una masacre. Las FAR mataron al hermano de uno de los sudaneses aquí, abrieron su teléfono y subieron la foto de su cadáver en Facebook y whatsapp. También mataron al hermano de una de las mujeres más activas de la comunidad, y ahora sus hijas son parte del equipo mediático en Casa del Sudán. El hermano de una de las mujeres que trabajan en la embajada también fue asesinado.
Y bueno, si se te muere un querido, es un shock tremendo, pero se pasa con el tiempo. Hay gente a la que secuestraron y mantuvieron como rehenes. En los pueblos del estado de al-jazira, los últimos meses han sido una absoluta pesadilla. Cuando entran las FAR, matan a los hombres y esclavizan a las mujeres. El antídoto a esto ha sido que las mujeres se aten una piedra al cuello y se tiren al Nilo para que no las tomen de esclavas y no las violen, o sea, prefieren morir antes de pasar por lo que pasaron otras.
Un día estábamos jugando al fútbol en 2023 y nos contó uno de los chavales de la región de Darfur, le mataron a 16 de sus tíos, tías, vecinos y vecinas. No sabe ni quien sigue vivo, quien murió.
También se sufre de la incertidumbre y del miedo, y eso te paraliza la vida completamente. El otro día, estaba con una mujer sin papeles, me contó que su hijo de nueve años está con su abuela en Jartum, me contó que vio los cadáveres en la calle, las bombas, la masacre y todo lo que pasó en los primeros días de la guerra. No me lo creí cuando me dijo que su familia seguía en esa zona. Inmediatamente tras contármelo, se puso a llorar.
A todos nos pasa, en especial a los que tenemos familia y amigos ahí. Un hombre de los que llevan más tiempo aquí en España me contó que es la primera vez que se siente como un cobarde. Cuando un familiar le llama, no se atreve a responder, temiendo lo peor, que le digan que uno de sus familiares ha muerto, o peor, que haya caído en manos de los salvajes que conducen esta guerra.
Estas atrocidades llevan pasando mucho tiempo en Sudán. Muchos integrantes de Casa del Sudán que llegaron a España desde Marruecos, o en patera, tanto antes como después de la guerra, pasaron por experiencias horrorosas, no solo en Sudán, sino de camino. Y estos son los que llegaron. Algunos murieron en el camino, otros fueron esclavizados en algunos países del camino, y nos cuentan estas historias como si nada. Como si fuese la cosa más normal del mundo. Cruzas el desierto del Sáhara y llegas a Libia y te hacen esclavo por 2 meses hasta escapar. Luego te montas en una patera para cruzar el mediterráneo y te hundes. Luego te meten en la cárcel y vuelves a escapar…. El pueblo sudanés es un pueblo al que le gusta sufrir en silencio, pero sinceramente creo que es hora de que esto cambie y que el mundo sepa realmente que está pasando en Sudán.
La comunidad internacional ha impuesto sanciones a líderes paramilitares en Sudán por crímenes de guerra.
¿Qué opinión tienes sobre estas medidas y su efectividad para resolver el conflicto?
Supongo que servirán para que salga en las noticias un mediodía, pero ya sabemos que pasa de verdad.
Con más de 11 millones de personas desplazadas debido al conflicto en Sudán, ¿qué acciones consideras esenciales por parte de la comunidad internacional y organizaciones humanitarias para brindar apoyo efectivo a los afectados?
Ya son 12 millones, mínimo. Las organizaciones mundiales hacen lo que puedes, pero es muy difícil para ellos hacer llegar las ayudas a sitios en los que hay conflicto. Es la peor situación humanitaria del mundo en la historia reciente, y es necesario buscar maneras alternativas para ayudar a la gente allí. Desde Casa del Sudán, organizamos campañas donativas en colaboración con iniciativas civiles en las zonas afectadas para hacer llegar comida, medicina y otros servicios a los refugiados internos en Sudán. En nuestras redes sociales se pueden encontrar los resultados de dichas campañas, y las formas de contribuir en las campañas corrientes. Pido a todos los que estén leyendo o escuchando esto, ayudarnos a aliviar el sufrimiento del pueblo sudanés, sea donando o difundiendo noticias sobre Sudán.

¿Cómo puede la diáspora sudanesa contribuir a generar conciencia y apoyo internacional para la situación en Sudán?
Tenemos que hacer todo lo que podamos para que se escuche nuestra voz. Eso se consigue, pero en fases. Primero tenemos que generar entre nosotros el sentido de la comunidad. Las guerras tienden a unir a los pueblos, y acaba derivando en que todos vayan a una. Una vez estemos todos en la misma línea, difundir todo lo posible lo que está pasando en Sudán. Esto es algo nuevo para nosotros. No solemos hablas de nuestros sufrimientos y de nuestras crisis. Se hizo en la revolución del 2019, a través de la juventud y de las redes sociales. Lo que debemos hacer es replicarlo, y usar toda nuestra creatividad para que, la guerra más silenciada del mundo tenga por fin la atención y las ayudas que se merece. Es lamentable que la peor situación humanitaria sea la más silenciada. Invito a todos los que estén leyendo esto a unirse a nuestra misión y salvar vidas inocentes que aún se pueden rescatar. Lo que pido es simple, ayudarnos a darle toda la difusión posible en redes sociales, y donando, aunque sea poco.
En el contexto del Día Mundial de la Cultura Africana, ¿qué mensaje deseas transmitir sobre la importancia de preservar y promover la cultura sudanesa, especialmente en tiempos de conflicto?
África es un continente que, a ciertos poderes, les interesa que sufra. Que África prospere va en contra de aquellos que conducen las guerras a nivel mundial. Pero ponernos a llorar no va a ayudar en nada. Celebrando nuestras culturas y dejando de lado nuestras diferencias se pueden hacer maravillas. Yo soy de los más optimistas con Sudán, y veo a otros países en África resistir las mentalidades mediocres, como Burkina Faso con Ibrahim Traoré, o Mozambique con Venancio Mondlane. La gente está harta y quiere un cambio.
¿Qué actividades o eventos tiene planeados la Casa del Sudán para conmemorar este día y cómo pueden participar tanto la comunidad sudanesa como la sociedad española?
Este año, dado que llevamos tan poco tiempo a cargo de la asociación, no tenemos nada planeado. Espero en los próximos años y en los próximos eventos, que Casa del Sudán forme parte en actividades como esta.
¿Qué mensaje te gustaría compartir con los jóvenes sudaneses que enfrentan desafíos similares a los que tú has vivido, tanto en Sudán como en la diáspora? ¿Y con los jóvenes españoles en términos de solidaridad y acogida?
A los jóvenes sudaneses, y a los no sudaneses está en nuestras manos hacer un cambio. Hemos sufrido lo suficiente y es hora de que el mundo sepa que está pasando en Sudán. Se necesita un movimiento como el que se hizo por palestina, un movimiento de donaciones, conciencia, compasión, y solidaridad. Conozco al pueblo español y sé que el apoyo de su parte será espectacular. Sígannos en nuestras redes, estamos abiertos a ideas diferentes y a que cualquiera venga a ayudar con esta misión. Agradezco mucho la oportunidad de hacer esta entrevista y de poder impulsar la visibilidad de Casa del Sudán.
Por Pilar Seidel, responsable de Comunicación de SERCADE