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La olla solidaria en Venezuela

La olla solidaria en Venezuela

Muchos venezolanos han tenido que emigrar ante las condiciones de vida tan difíciles a las que han de hacer frente. Lo vemos en España, pues muchos han venido a nuestro país en busca de un futuro mejor. Familias que de nuestra tierra emigraron a Venezuela en otros tiempos, ahora son quienes regresan para continuar viviendo. Muchos venezolanos recurren al amparo de sus familiares y otros llegan totalmente desamparados para comenzar de nuevo.  Ha salido mucha gente, varios millones, y los países limítrofes también se sienten desbordados. Gran parte de la estructura familiar se ha desmoronado.

Mis hermanos Capuchinos venezolanos me han tratado de explicar y hacer comprender la realidad en la que vive este pueblo. Cortes de agua, de luz, escasez de combustible, de comida, ausencia de medicinas… son el pan nuestro de cada día, o mejor aún, la ausencia de ese “pan” que se necesita para seguir adelante

En medio de esta situación de escasez se ve la brecha que divide cada vez mas a este pueblo. Hay personas que manejan dinero y otros carecen de él. El mundo de los ricos y de los pobres se distancia cada vez más. Sueldos de miseria frente a precios prohibitivos. La clase media ha desaparecido. Uno se pregunta qué es lo que sucede, en qué mundo estamos, para que un país tan rico, todo un pueblo, tenga que atravesar tal penuria.

En medio de esta situación desastrosa, también hay gestos solidarios. Desde SERCADE, (Servicio Capuchino para el Desarrollo) les apoyamos en la iniciativa de la “olla solidaria”.  Se compran alimentos y se recogen donaciones en nuestras parroquias para dar de comer a los pobres. Esta iniciativa no consiste en un sistema de reparto. Algo de eso hace el gobierno venezolano. La “Olla solidaria” consiste en dar de comer. 

He sido testigo de ello en nuestra parroquia caraqueña de la Chiquinquirá. Hombres, mujeres, más mujeres que hombres y jóvenes, preparan la comida y la infraestructura necesaria para dar de comer a otras muchas personas. Cada fin de semana, cada sábado, preparan unas  800 comidas. Son personas voluntarias de distintas clases sociales y edades. Ese es su compromiso a favor de este pueblo. El entorno parroquial se convierte en un comedor improvisado para pobres. Hay también otros servicios de voluntariado: corte de pelo y algunos servicios de control médicos como toma de tensión, etc. 

En esta última visita a esta tierra he visto a un pueblo “resignado”, pues los intentos de cambiar de gobierno hasta ahora han resultado fallidos. Pero, en medio de esa resignación, estos gestos de solidaridad siguen manteniendo viva la esperanza. Entendiendo esta, la esperanza,  como el poder afrontar los problemas de la vida sin perder la serenidad. 

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La olla solidaria en Venezuela
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