Desde SERCADE, como entidad que acompaña a personas migrantes y solicitantes de protección internacional desde una mirada fraterna e integral, queremos expresar nuestra postura tras la entrada en vigor del nuevo Reglamento de Extranjería aprobado por el Gobierno español.
Avances en la línea de los derechos
Valoramos positivamente algunos avances en este Reglamento que recogen propuestas compartidas durante años por organizaciones sociales y eclesiales, como la mejora de condiciones para regularizar la situación administrativa de jóvenes migrantes, y ciertos ajustes que permiten una incorporación más ágil al mundo laboral y formativo.
Xabier Parra, director de SERCADE, lo expresa así: “SERCADE celebra la aprobación del nuevo reglamento en todo lo que tiene que ver con la mejora de las condiciones para poder generar derechos en la población migrante, pero ponemos la alerta en los problemas que se puedan derivar principalmente de la inoperancia en la política de asilo y protección internacional del Gobierno”.
Una preocupación mayor: el olvido de quienes piden asilo
Sin embargo, uno de los aspectos más preocupantes del nuevo Reglamento es el tratamiento de las personas en proceso de solicitud de asilo. El nuevo marco legal deja fuera opciones específicas de regularización para quienes se encuentran en esta situación, quienes corren el riesgo de quedar atrapadas en una doble incertidumbre: por un lado, pendientes de una resolución de asilo que puede tardar años y, por otro, sin garantías jurídicas claras que les protejan si la resolución es negativa.
Esto genera un escenario de desprotección administrativa en el que muchas personas pueden quedar fuera del sistema por causas ajenas a su voluntad, sin acceso a recursos, derechos o inclusión real.
“Ponemos encima de la mesa la máxima preocupación que nos generan algunos puntos cruciales del reglamento, como el dejar en situación de irregularidad sobrevenida a personas en proceso de asilo por la inoperancia de las políticas españolas. La vía de recortar derechos y la forma de dejar de lado a los vulnerables no es la forma de organizar un Estado, y ante eso, nos ponemos en frente de este tipo de políticas, porque, además, van en contra de muchas de las personas con y por las que trabajamos”, añade Parra.
Vidas atrapadas en procesos sin salida
En los programas y la red de acogida de personas migrantes de SERCADE, acompañamos a diario a jóvenes y adultos que viven atrapados en trámites eternos, dependientes de ayudas sociales, sin certezas ni horizonte claro. La falta de una política migratoria estable y garantista perpetúa una vida sin arraigo, sin libertad plena, sin dignidad.
“Estamos viendo cómo a unas vidas ya llenas de incertidumbres, estas personas, por este nuevo Reglamento, están sumando nuevas preocupaciones, sin saber bien qué hacer con sus procesos, sin garantías…”, recalca el director de la entidad.
Lo que pedimos desde SERCADE
- Que se revisen los puntos más críticos del Reglamento que excluyen o invisibilizan a solicitantes de asilo en situación de espera o vulnerabilidad.
- Que se promueva una acción coordinada y valiente del Estado para que ninguna persona quede atrapada en la irregularidad.
- Que se reconozca la migración como un fenómeno humano estructural, que debe gestionarse desde la dignidad, los derechos y la hospitalidad, no desde la urgencia o la sospecha.
“Pedimos que haya gestos y una acción clara por parte del Estado para rectificar esto”, concluye Parra.
En línea con nuestro compromiso
Como entidad social perteneciente a los Hermanos Menores Capuchinos, creemos en una sociedad que no deja fuera a nadie. Apostamos por políticas públicas que no castiguen la esperanza de quienes migran, sino que la acompañen, la regulen con justicia y la conviertan en oportunidad para todos.
SERCADE seguirá trabajando desde la cercanía y la acogida, convencidos de que nadie debería quedar atrás por culpa de la burocracia ni por el miedo a la exclusión administrativa.
Porque creemos en un modelo de sociedad donde los derechos no se condicionan, sino que se garantizan. Y donde cada persona migrante puede reconstruir su vida con dignidad, libertad y esperanza.